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Especial vehículos autónomos: ¿Se puede considerar a corto plazo unas carreteras con vehículos autónomos?


A corto plazo parece difícil creer que vamos a poder tener unas carreteras llenas de coches autónomos, y no tanto por el tema tecnológico, que ya se ha visto en la actualidad que es algo viable, o por el tema económico, donde se irán reduciendo los costes, sino por los importantes aspectos colaterales humanos, administrativos y operacionales que es preciso clarificar con antelación a su implantación extendida.

Tres son los aspectos que pueden retrasar la popularización del vehículo autónomo en nuestras carreteras:

  • Aspecto tecnológico y económico: A pesar de lo avanzada que se encuentra ya esta tecnología, sirva como ejemplo que el vehículo autónomo de Google ha realizado en la actualidad más de un millón de kilómetros sin contratiempos, y de la reducción de costes que se irá produciendo conforme se popularice su uso, es necesario garantizar niveles de seguridad cercanos al 100 %, en cualquier escenario. Aunque las pruebas son muy optimistas, todavía es necesario mejorar el comportamiento de estos vehículos en entornos muy complejos, como nieve o niebla elevada, aunque seguro que se conseguirá. Por lo tanto, esta primer aspecto a tener en cuenta es el menos problemático para la implantación de vehículos autónomos.
  • Aspecto humano: Conseguir que los posibles compradores se fíen de un vehículo conducido sin participación humana, y vencer la resistencia al cambio, en este caso a un nuevo modelo completo de movilidad, es un elemento que también hay que tener muy en cuenta. No hay que olvidar además, que las verdaderas ventajas del vehículo autónomo se podrán obtener cuando la masa crítica de personas que se decidan a contar con él sea importante. Seguramente será necesario esperar a que la generación de los nativos digitales llegue a su mayoría de edad, para que sean ellos los que, menos reacios al cambio, apuesten por un sistema que cuenta con enormes ventajas. 
  • Aspectos administrativos y operacionales: Todavía es necesario clarificar un importante número de aspectos administrativos y operacionales para que se den las circunstancias objetivas que permitan contar con vehículos autónomos. Como muestra de alguno de estos aspectos, podemos destacar:
    • Nuevas infraestructuras: Si la popularización del coche eléctrico está siendo lenta y costosa, entre otros aspectos por la lentitud en la adaptación de ciertas infraestructuras como los postes de recarga, imaginemos lo que puede suponer adaptar toda la red viaria a los vehículos autónomos. ¿Cómo debería operar una carretera que compartiera a la vez coches autónomos y coches tradicionales?.
    • Gestión y operaciones: Los sistemas autónomos requerirán usar recursos compartidos en la nube, y complejos sistemas de procesado. ¿Quién debería pagar y gestionar, haciéndose cargo por tanto de la seguridad en un entorno tan crítico, esta enorme infraestructura?.
    • Aprendizaje, confianza y aceptación: Un sistema autónomo va a requerir que los usuarios dispongan de la formación necesaria para su uso correcto. Va a ser necesario algo más que un manual con la descripción de los sistemas que tiene el coche para que cualquier ciudadano pueda utilizar un vehículo autónomo con total seguridad para él y el resto de conductores. ¿Quién impartirá esta formación y cómo se evaluará a los ciudadanos para que puedan usar este tipo vehículos?.
    • Seguro y responsabilidad: Una vez puestos en el mercado, se supone que los vehículos serán fiables casi al 100%, pero todo sistema tiene fallos. En caso de que ocurran accidentes, ¿quién será responsable de los fallos de seguridad del sistema, el dueño del coche, el fabricante o el desarrollador del software del vehículo? ¿Qué implicaciones va a tener esto para las empresas aseguradoras que suscriben y venden seguros de automóvil?.
    • Implicaciones políticas y legislativas: La política y las leyes van siempre un paso por detrás del desarrollo tecnológico, y este nuevo escenario va a requerir también nuevas reglas. Será necesario abrir un debate coordinado e integral entre todos los niveles de gobierno y sectores empresariales para definir el nuevo escenario legislativo en el que se deberán mover estos vehículos.