STOP Accidentes de tráfico


(A continuación transcribo el artículo publicado en el HuffingtonPost el pasado viernes, 3 de Agosto).

Ahora que nos adentramos en el mes de agosto, donde el aumento del tráfico provocado por las vacaciones tiene como consecuencia directa el incremento del número de accidentes, puede ser un buen momento para reflexionar acerca de las medidas que se podrían implantar para conseguir reducir el número de víctimas en nuestras carreteras.

Aunque es de justicia reconocer el buen trabajo realizado por la administración, que ha conseguido decrementar en un 63 % el número de víctimas mortales en estos últimos diez años, las enormes consecuencias humanas y sociales que llevan asociadas los accidentes de tráfico, nos obligan a ser más exigentes y reclamar que se tomen las medidas adecuadas que contribuyan a mejorar la seguridad vial.

Para poder atajar el problema de la velocidad excesiva en nuestras carreteras, una de las causas más comunes de accidentes, se ha apostado por la colocación de radares, pero por desgracia no de la forma adecuada. Unido al enorme sinsentido que representa que se avise al conductor de la presencia de los radares, lo que ocasiona frenazos que aumentan el peligro, se añade su inadecuada ubicación, que no prioriza su presencia en sitios problemáticos, como con tanto acierto se viene demandando desde la plataforma Ponle Freno. Así que en este punto somos claros: radares sí –si son de tramos, mucho mejor- pero ubicados para salvar vidas, no sólo para recaudar.

La mala costumbre de combinar el alcohol con la conducción hay que combatirla con controles de alcoholemia mucho más intensivos los fines de semana, en las zonas problemáticas, y con una legislación más dura. Cuando se ponen vidas en peligro de manera deliberada, no se puede ser tan laxo.

En cuanto a la realización de infracciones peligrosas, que ponen en riesgo a otros conductores, resulta más difícil su control en la actualidad, ya que requieren que un agente de tráfico las observe en el momento que ocurren para poder notificarlas. En este campo, parece lógico pensar que la solución tendrá que estar basada en la progresiva utilización de cámaras con visión artificial, que permitan controlar lo que pasa en las vías y notificar ante posibles incidencias. El «Gran Hermano» vigilará nuestros desplazamientos, pero también nos permitirá que estemos más seguros.

Y de los ciclistas y motoristas, que se ven involucrados en casi un tercio de los accidentes, ¿qué podemos decir? Pues en primer lugar que hay que solucionar el enorme problema de los guardarraíles (su demanda más habitual de estos últimos años), y utilizar unos materiales (pintura de las marcas viales y pasos de cebra) que agarre mucho mejor, aunque sea algo más cara. Pero también hay que exigirles mucho más compromiso, un respeto a los códigos de circulación que no siempre cumplen, y una mayor conciencia sobre los peligros que tienen, que debería llevarles a extrema la precaución en sus desplazamientos.

Todas estas medidas proactivas se deben complementar con las campañas de concienciación para que los conductores sean más responsables, y conscientes de la peligrosidad que entraña realizar determinados actos. En esta línea, sería necesario analizar más a fondo si los tradicionales anuncios de la DGT están surtiendo el efecto deseado, y la forma de conseguir que el mensaje llegue más claro a los ciudadanos.

Muchas medidas, todas basadas en el sentido común, que se deberían poner en funcionamiento cuanto antes, pero que sin duda no son las únicas que pueden contribuir a reducir el número de accidentes.

¿Qué otras soluciones creéis que se podrían tomar para reducir este importante problema de la seguridad vial?