Autobuses eléctricos urbanos que se cargan por inducción


EMOSS es una empresa holandesa especializada en la adaptación de camiones, autobuses, taxis y maquinaria de carga – de hasta 27 toneldas – a sistemas de propulsión eléctrica.

Recientemente acaban de realizar en la ciudad de Den Bosch (Holanda) las primeras pruebas de campo del funcionamiento de un autobús eléctrico urbano de 12 metros de longitud cuyas baterías pueden ser cargadas por inducción. La carga inductiva se realiza en las paradas de autobús preparadas a tal efecto que disponen de un sistema inalámbrico de 120 kW. que en pocos minutos recupera la energía necesaria para circular. La carga de las baterías en el trayecto permite que éstas puedan tener un tamaño y peso menores y así reducir las necesidades energéticas necesarias para el movimiento del vehículo. Además, en las horas nocturnas se puede cargar de manera convencional mediante cable con lo que puede circular con normalidad durante 18 horas, recorriendo aproximadamente 288 kilómetros al día, sin la necesidad de parar.

El sistema de transferencia de energía por inducción para vehículos eléctricos funciona mediante acoplamiento por resonancia magnética. Consta de una bobina primaria en la carretera, en este caso en la parada del autobús, que está conectada a la red eléctrica, y una bobina de captación montada debajo del vehículo.

A partir del año 2014 las normas sobre emisiones de gases en la UE van a ser más estrictas y los vehículos comerciales como los autobuses tendrán que reducir sus emisiones de óxido de nitrógeno en un 80 por ciento y las emisiones de partículas en un 67 por ciento, en comparación con el actual estándar Euro V.

En este contexto, los vehículos eléctricos con posibilidad de carga por inducción pueden resultar una solución muy válida para la movilidad en nuestras ciudades. Según los responsables de EMOSS, dependiendo del tamaño de la flota y el número de puntos de recarga, la compra de un autobús que utiliza la carga inductiva se amortiza en un plazo de tan sólo tres o cuatro años gracias al ahorro de energía que supone con respecto a los vehículos diésel tradicionales.